Yamila^ES/BE

Asomada al precipicio de la emoción pura, Yamila baila entre la música electrónica y la analógica, la tradición y la experimentación. Siguiendo la estela de su primer trabajo, Iras Fajro 2019 (Forbidden Colours), apoyado por Clark (Warp), la compositora, violonchelista, cantante y productora española revela su catarsis más íntima en su segundo álbum Visiones (Umor-Rex). Una celebración de los poderes alucinatorios de la música, ofrece un viaje que une prodigiosamente acentos barrocos, folclore español y música electrónica contemporánea, e incluye una colaboración con el músico afincado en Nueva York Rafael Antón Irisarri.

Yamila reside entre Bruselas y Madrid. Con sus últimos álbumes, además de múltiples colaboraciones con compañías de danza contemporánea y artistas visuales, la artista ha llevado su distintivo sonido a lugares tan diversos como festivales de música de vanguardia y teatros de ópera. Clark y Rafael Anton Irisarri son dos de los artistas con los que ha colaborado recientemente y que la conectan con la constelación electrónica de MUTEK, a la que aportará su sonido inquietante, evocador y altamente emocional gracias a Wallonie-Bruxelles Musiques.

Yamila revela su catarsis más íntima en Visiones, un espectáculo que reúne y provoca los poderes alucinatorios de la música. Como un antiguo heraldo, anuncia la profunda mística femenina mientras recorre melodías épicas llenas de placer y dolor. Esta obra es un viaje que une prodigiosamente acentos barrocos, folclore español y música electrónica contemporánea. Su voz y su música -a veces desgarradora y otras boyante- podrían asemejarse en ocasiones a la partitura de un pasaje bíblico. Sus canciones rebosan éxtasis físico y sonidos que se pueden tocar. A lo largo de la actuación, un claroscuro auditivo con bellas voces y coros se funde profundamente con atrevidos drones. Es en este conjunto de momentos donde el eje conceptual de Yamila se hace sólido. Dolor y gloria, religiosidad lacerante, feminismo cauterizado por el poder y alucinaciones como fuente a escuchar. El escenario se convertirá en un espacio ritual en el que la escucha colectiva tiene la ambición de reparar viejas heridas